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conoce las mujeres silenciadas de la Generación del 27

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“Un día de 1920 se nos ocurrió a Federico (García Lorca), a Dalí, a Margarita Manso y a mí quitarnos el sombrero porque decíamos que parecía que estábamos congestionando las ideas, y atravesando la Puerta del Sol nos apedrearon llamándonos de todo”. Así narra Maruja Mallo la anécdota que daría nombre muchas décadas más tarde a una generación de mujeres nacidas entre 1898 y 1914 que decidió hacer este a priori inofensivo gesto como un modo de reivindicar su papel intelectual en un mundo dominado por los hombres. Conocidas también como  las artistas e intelectuales de la Generación del 27, se trataba de pintoras, poetas, novelistas, escultoras e ilustradoras que con sus trabajos y activismo trataron de cambiar la concepción y las normas existentes en la España de los años 20 y 30.  Rompedoras, transgresoras, valientes y luchadoras, entraron sin complejos en el mundo artístico de la época, enfrentándose a las normas sociales, aunque tras la Guerra Civil fueron silenciadas y olvidadas. Estas son algunas de esas mujeres Sinsombrero. 

Concha Méndez (Madrid 1898 – Ciudad de México 1986)

Concha Méndez Sinsombrero

De familia adinerada, se formó en un colegio francés y fue campeona en natación. Entró en la esfera intelectual madrileña de la mano de Luis Buñuel, con quien mantuvo una relación que duraría siete años, y gracias al que conoció a personalidades como Luis Cernuda, Rafael Alberti o Federico García Lorca. A los 28 años publicó su primer poemario, ‘Inquietudes’, que marcó el inicio de una larga carrera como poeta; una carrera que la llevó a Londres, Montevideo y Buenos Aires, donde empezó a publicar su obra, sincera e intimista, en el diario La Nación. Volvió a España con la Segunda República y se centró en la creación de obras de teatro como ‘El personaje presentido’ o ‘El ángel cartero’, entre otras. Pero durante la Guerra Civil se vio obligada a emigrar de nuevo junto con su marido y su hija a París, para luego dirigirse a Cuba y más tarde a México. Siguió escribiendo poesía hasta sus últimos días.

Ernestina de Champourcin (Vitoria 1905 – Madrid 1999)

Ernestina De Champourcin Sinsombrero

Desde pequeña aprendió a hablar, leer y escribir a la perfección en inglés, francés y español. Creció con las obras de Victor Hugo, Lamartine, Valle-Inclán, Rubén Darío y Ramón Jiménez, entre otros, quienes la inspiraron a escribir poesía desde muy pequeña. Sus versos hacían referencia al progreso social, la modernidad, el amor y el jazz. Además de las decenas de poemarios que llegó a publicar, solía escribir en diferentes periódicos, y siempre se negó a que sus artículos estuvieran en la sección femenina: debían estar en la de poesía junto a los del resto de hombres. Vivió la guerra y el exilio en México, y a su vuelta recibió numerosos galardones, entre los cuales destaca el premio Euskadi de Literatura en 1989. 

Josefina de la Torre (Gran Canaria, 1907 – Madrid, 2002)

Josefina De La Torre

Con tan solo 8 años ya escribía en verso sus pensamientos e inquietudes, y a los 13 empezó a publicar sus poemas en revistas de la capital. Se pasó a las novelas a raíz de la  Guerra Civil; momento en el que se refugió en ciudad natal y comenzó a usar el seudónimo Laura de Cominges. En 1940, de vuelta en Madrid, debutó como actriz en el Teatro Nacional María Guerrero, participó en diferentes películas como intérprete, ayudante de dirección y guionista y finalmente creó su propia compañía de comedias, junto a su marido. En el año 2000 fue nombrada Miembro de honor de la Academia Canaria de la Lengua y en 2002 le otorgaron la Cruz de la Orden Islas Canarias.  

Margarita Gil Roësset (Madrid, 1908 – 1932)

Margarita Gil Roësset

En su época fue considerada una niña prodigio: dibujaba, pintaba y esculpía. De hecho, su obra se caracteriza por su gran variedad: ilustró con tinta china y acuarela sobre papel las obras literarias de su hermana; dominó la técnica del vaciado en escayola y bronce; adquirió una maestría admirable en la talla de madera; y al final de su vida aplicó martillo y cincel a la piedra y al granito. En 1930 dio a conocer su conjunto de esculturas ‘Adán y Eva’ en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid. Su amor imposible con Juan Ramón Jimenez y la falta de confianza y otros factores la llevaron a suicidarse con solo 24 años.

Margarita Manso (Valladolid 1908 – Madrid 1960)

Margarita Manso

Es popular una anécdota sobre la visita de Margarita Manso, Maruja Mallo, Federico García Lorca y Salvador Dalí al monasterio de Santo Domingo de Silos: como la entrada estaba vetada a las mujeres, Mallo y Manso decidieron disfrazarse de hombres. Fue una mujer moderna y cosmopolita que estudió arte en la Academia de San Fernando (Madrid) y logró hacerse un hueco como pintora en los ambientes intelectuales de la capital. Sin embargo, la guerra se lo quitó todo: primero asesinaron a su confidente Federico García Lorca, quien le había dedicado su romance ‘Muerto de amor’; después su hermana y su sobrino tuvieron que emigrar; y finalmente detuvieron a su marido, que días después apareció muerto en una cuneta. Por eso decidió huir a Italia, y a su vuelta, se hizo pasar por una mujer devota y falangista que escondía su pasado.

María Teresa León (Logroño 1903 – Madrid 1988)

María Teresa León

Se educó en un ambiente culto e ilustrado y, por querer hacer Bachillerato y leer libros en aquel entonces prohibidos, fue expulsada del colegio de monjas. Publicó artículos, poesías, ensayos, cuentos y novelas, escribió obras de teatro (de algunas también fue protagonista) y guiones cinematográficos, e incluso ilustró el tercer libro de Rafael Alberti, con quien se casó por lo civil después de divorciarse de su primer marido. Durante la Guerra Civil formó parte de la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico, trasladando los fondos del Museo del Prado de Madrid y del Monasterio del Escorial: salvaguardó hasta 64 obras, entre ellas, Las Meninas de Velázquez. Pero con la derrota republicana tuvo que exiliarse, primero a Orán, y después a Francia y a Argentina, donde nació su hija. Con la llegada de la democracia la familia regresó a España, aunque ya sufría alzheimer y pasó sus últimos años en un sanatorio.

María Zambrano (Málaga, 1904 – Madrid, 1991)

María Zambrano

Cuando estudió Bachillerato, ella y una compañera eran las únicas mujeres de la clase. Eso no la detuvo, y continuó su formación en la facultad de Filosofía y Letras, asistiendo a clases de José Ortega y Gasset o Julián Besteiro. Reivindicó siempre de forma activa el rol de la mujer emancipada y su desarrollo intelectual y colaboró con diversos periódicos. En su exilio, tras pasar por ciudades como París, Nueva York o La Habana, se instaló en México, donde fue profesora universitaria y escribió algunas de sus obras filosóficas más importantes: ‘El hombre y lo divino’, ‘Los sueños y el tiempo’ y ‘Persona y democracia’. La pensadora fue una de las pocas mujeres plenamente reconocidas por la intelectualidad española después de la dictadura, y la primera en recibir los premios Príncipe de Asturias (1981) y Cervantes (1989). 

Ángeles Santos Torroella (Portbou 1911 – Madrid 2013)

Ángeles Santos Torroella

Nació en un pequeño pueblo de Girona, aunque la profesión de su padre (inspector de aduanas) le hizo mudarse varias veces: también vivió en Ripoll, La Junquera, Salamanca y Valladolid. En la adolescencia ingresó en un colegio femenino, donde empezó a dar rienda suelta a su imaginación a través de la pintura. Su obra se caracteriza por la carga de expresión en torno al rol de la mujer en el contexto que le tocó vivir. ‘Un mundo’ y ‘Tertulia’ son dos de sus creaciones, que realizó con tan solo 18 años, y que son consideradas obras maestras del surrealismo español. En 1931 expuso en París, y en 1936 en la Bienal de Venecia. Entre medias, ingresó en un sanatorio de Madrid. «Estaba nerviosa y solo me apetecía llorar. No sabía lo que quería», contó en su vejez. 

Maruja Mallo (Lugo 1902 – Madrid 1995)

Maruja Mallo

La cuarta de 14 hermanos, a Maruja Mallo siempre le apasionó pintar. A sus 20 años consiguió entrar en la Escuela de Bellas Artes, aunque la terminó abandonando por su encorsetado sistema. Se dedicó a la pintura realista,  compartió muchos momentos con Dalí, Lorca o Alberti, y Pablo Neruda y Miguel Hernández fueron algunas de sus conquistas. Curiosamente, sin embargo, Buñuel no la soportaba, quizás por sus ideales de amor libre e igualdad de género. Durante la II República viajó por España en Misiones Pedagógicas hasta que empezó la Guerra Civil, que la llevó hasta París, Nueva York y Chile. 

Luisa Carnés (Madrid 1905 – Ciudad de México 1964)

Luisa Carnés

De familia humilde y también conocida por los pseudónimos Clarita Montes y Natalia Valle, fue escritora y periodista. Luisa abandonó el colegio con 11 años para trabajar en el taller de sombreros de una tía suya y posteriormente en una pastelería, diferentes restaurantes, como telefonista, como mecanógrafa… En 1923 cogió por primera vez su pluma para escribir un cuento. No podía permitirse gastar en libros, así que alimentaba su curiosidad con lo que leía en los periódicos o novelas que intercambiaba en librerías populares. Así fue aprendiendo de forma autodidacta y dejó un corpus literario de 300 obras de teatro, unos 70 cuentos, más de 10 novelas y centenares de crónicas, imbuidas de su ideología. Fue militante del PCE, apoyó a Clara Campoamor en su lucha por el sufragio femenino y durante la guerra se exilió a México, donde permaneció hasta su muerte. 

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