DAT.- Está en auge actualmente un término denominado como ‘acupuntura urbana’ el cual forma parte de una tendencia que busca globalizar la conciencia colectiva hacia un fin común. Sin embargo, sus raíces permiten vislumbrar una solución a los problemas urbanos, con ayuda de las nombradas ‘agujas de creatividad’.
Explica Camilo Ibrahim Issa que, según su propio creador, el arquitecto finlandés Marco Casagrande, la acupuntura urbana es una estrategia que mira a las ciudades como entes vivientes que necesitan renovarse constantemente para preservar su vivacidad por medio de la rehabilitación de espacios.
Aunque focaliza sus esfuerzos en conceptos puntuales, que son importantes para el desarrollo de la salud pública y el bienestar de sus habitantes, la acupuntura urbana diagnóstica las urbes y presenta soluciones de sanación que involucren los hábitos sociales, el cuidado del medio ambiente y los proyectos de reciclaje de materias consumibles.
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Al igual que este remedio chino ancestral, la acupuntura (en este caso, urbana) trata de lograr una perfecta armonía entre las innovaciones tecnológicas, de construcción y su sincronía con los ecosistemas.
Por este motivo, muchos proyectos de poco alcance, como la implementación de nuevas áreas verdes en las edificaciones o sistemas de captación pluvial, son percibidos como estrategias de alto valor en este tipo de proyectos, ya que su fundamentación responde al concepto de ciudades inteligentes.
Diversos factores que atentan contra la sensibilidad de la sociedad, como el incremento demográfico o los cambios climáticos (cada vez más drásticos), las ciudades tienen frente a ellas, retos difíciles de afrontar. Sin embargo, su propia naturaleza de evolución constante, logra unificar el deseo de crear construcciones amigables con la naturaleza, brindando calidad de vida a las personas que en ellas habitan.
Logrando el equilibrio
Uno de los principales objetivos de la acupuntura urbana es el mejoramiento continuo. No necesita de grandes inversiones o especialistas en distintas áreas que se encarguen de lograr esta armonía. Todos los agentes de cambio vienen del deseo individual en un trabajo complementario.
Entre captación de agua pluvial para el riego de áreas verdes, hasta la implementación de huertos urbanos en diferentes puntos de una región, parecen sencillas; y lo son.
Entonces por qué no pensar en transformar aquello que nos aqueja y convertirlo en algo positivo para el estilo de vida contemporáneo. Por ejemplo, la renovación de espacios en desuso y convertirlos en lugares recreativos o puntos de reunión para el aporte de cultura, arte o incluso aprendizaje.
O tal vez, observar todos aquellos puntos muertos y que han sido desaprovechados como lienzos para la reconstrucción de parques, áreas de convivencia o espacios dedicados a reducir los niveles de estrés; altísimos en los puntos de concentración demográfica.
Y si esto se puede hacer desde una simple idea, el trabajo que tienen los constructores es pensar justamente en las personas que, al fin y al cabo, su trabajo colaborativo es dedicado 100% a ellas.
(Con información de Camilo Ibrahim Issa)
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