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bl0ckch41nnews:Robert Lucas – Premio Nobel de economía de 1995

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La revolución de las expectativas racionales

Son varios los estudiosos de la Teoría Económica que aseguran que Robert Lucas es el economista más influyente de los últimos treinta años. Si en su momento fue Keynes el impulsor de la intervención estatal para salvar a la sociedad de la Gran Depresión, y Milton Friedman quién tomó el relevo con sus planteamientos monetaristas y antiinflacionarios, ha sido Lucas el que replantea las teorías al uso con un concepto tan sencillo como el de las “Expectativas Racionales”.

Las ideas keynesianas evitaron que la desesperación de un paro insoportable y un estancamiento económico al que no se le veía fin, desembocasen en situaciones totalitarias de uno u otro signo. No obstante, la intervención estatal, que resultó adecuada en una coyuntura dada, se volvió ineficaz ante las dos grandes crisis de los años setenta; el desmoronamiento del sistema monetario internacional, al abandonarse la convertibilidad del dólar, así como la enorme subida del precio del petróleo, como consecuencia de las tensiones en Oriente Medio y del embargo petrolífero de los países árabes.

La inflación, consecuencia en gran parte del enorme dispendio que supuso la guerra de Vietnam y, el estancamiento económico subsiguiente; la temida “estanflación”, justifican la enorme popularidad que adquirieron las directrices liberales y monetaristas de la escuela de Chicago, siendo precisamente Lucas el que heredó la cátedra que había ocupado Milton Friedman durante más de treinta años.

Las expectativas racionales

Aunque la idea inicial fue expuesta por John Muth en 1961, ha sido Lucas quién la ha convertido en una nueva escuela de pensamiento. El razonamiento básico parece elemental. En lugar de mirar al pasado, para extrapolarlo o para descubrir similitudes con un presente que nunca será idéntico, Lucas propone contemplar el futuro. Hasta ahora se estaba conduciendo el vehículo de la economía mirando por el retrovisor, cuando donde vamos a vivir es en el futuro, que está por delante y hacia donde deberíamos dirigir nuestras miradas.  

Los gobiernos determinan sus actuaciones en base a unos datos que les proporcionan sus administrados y que por definición se refieren al pasado. Es por lo tanto sobre la base de cifras anticuadas por lo que se atreven a condicionar el comportamiento general con sus decretos y disposiciones reglamentarias.

Lucas dice que los que realmente conocen la situación, porque la sufren todos los días en sus carnes, son los agentes económicos, los empresarios y las familias, que son los primeros en detectar los cambios de tendencia y tratan de anticiparse a lo que se les viene encima.

El camarero de un restaurante sabe si se están ocupando regularmente todas las mesas y si los clientes piden una botella de vino o se arreglan con una caña de cerveza. La dependienta de una tienda de moda sabe si las cifras de venta semanales están bajando –sus comisiones se lo comunican al instante- y mientras el empresario de una fábrica de automóviles conoce si las ventas se están ralentizando, el operario de la cadena de montaje comprueba que se le reducen las horas extraordinarias y puede que se produzca un expediente de regulación de empleo. Todos ellos actuarán en consecuencia y se prepararán para afrontar racionalmente sus expectativas.

Además, el conjunto de la sociedad observará a sus vecinos y comentará con ellos sus circunstancias, comprobará si en las reuniones de amigos se habla de cambiar de casa o de comprar un coche nuevo, de si sus hijos han encontrado trabajo o si no les han renovado el contrato, si las próximas vacaciones van a viajar a Europa o si, vergonzantemente aducen que el niño ha sacado malas notas y se tienen que quedar en casa para que recupere sus estudios en una academia. Todo ello forma parte de lo que Keynes llamaba los “animal spirits”, el estado de ánimo de la población, que con sus euforias y pesimismos condicionará decisivamente la marcha de la economía.

La crítica de Lucas ha convencido de tal forma a sus compañeros de profesión que hoy nadie discute la oportunidad de su enfoque y el mirar hacia adelante tiene aplicaciones universales en los más diversos campos. ¿Por qué al hacer un presupuesto de gastos se aplican incrementos del x% a una partida, cuando lo que habría que hacer es suprimirla por ineficiente u obsoleta?

Si contemplamos el desarrollo tecnológico, las previsiones futuras no es que tengan que basarse en el pasado, es que tienen que contemplar la innovación necesaria y un montante generoso para investigación, sin los cuales lo que puede estar en cuestión es la propia supervivencia de la empresa. En fin, la revolución que plantea Lucas nos sitúa ante una nueva forma de dirigir las empresas y de contemplar la política.

La confianza del consumidor   

Aparte de las cifras oficiales que difunde regularmente el gobierno: crecimiento del PIB, creación o destrucción de empleo, o volumen de importaciones y exportaciones, se han empezado a confeccionar indicadores que puedan anticipar lo que piensan los agentes económicos. En este sentido se está preguntando a los encuestados si creen que su posición va a mejorar o a empeorar en el futuro, algo que puede considerarse muy ingenuo, pero de enorme importancia para sopesar el estado de ánimo y las intenciones de consumidores e inversores, ponderándose también factores como la compra de viviendas, las peticiones de crédito, o la cartera de pedidos de los fabricantes de bienes de equipo, como indicadores adelantados de las perspectivas económicas.

Por supuesto Lucas, que falleció en 2023, dedicó su actividad académica e investigadora a otras áreas financieras, monetarias o fiscales, pero lo que realmente le distingue, por lo que ha sido galardonado y por lo que será recordado por los historiadores del pensamiento económico, será sin duda por el planteamiento de las expectativas racionales, que encierran en su interior mucho más contenido que el que sugieren esas dos palabras aparentemente neutrales.

Para conocer un poco más a fondo sobre cada uno de los galardonados recuerda que puedes consultarlo todo en el libro ‘Una corona de laurel naranja’ o entrando al siguiente blogJosé Carlos Gómez Borrero

José Carlos Gómez Borrero

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