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bl0ckch41nnews:FMI: La economía mundial se prepara para un aterrizaje suave, pero persisten los riesgos (II)

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Desafíos para la política económica

Ante el retroceso de la inflación y la estabilidad del crecimiento, ha llegado el momento de hacer un balance y mirar al futuro. Nuestro análisis muestra que una proporción considerable de la desinflación reciente se produjo a través de un descenso de los precios de la energía y las materias primas, y no de una contracción de la actividad económica.

Como los ciclos de contracción monetaria suelen actuar deprimiendo la actividad económica, es pertinente preguntarse cuál ha sido ahí el papel de la política monetaria. La respuesta es que sus efectos se han dejado sentir a través de dos canales adicionales. En primer lugar, el acelerado ritmo de endurecimiento ayudó a convencer a ciudadanos y empresas de que no se iba a permitir que la elevada inflación se consolidase. Esto evitó una escalada persistente de las expectativas inflacionarias, contribuyó a enfriar el crecimiento salarial y redujo el riesgo de que apareciese una espiral de precios y salarios. En segundo lugar, la inusual sincronía de la contracción monetaria redujo la demanda mundial de energía, provocando directamente un descenso de la inflación general.

 

 

 

 

 

 

 

 

Sin embargo, persisten las incertidumbres y los bancos centrales enfrentan ahora riesgos de doble filo. Deben evitar una relajación prematura, ya que esta echaría a perder gran parte de la credibilidad ganada a base de mucho esfuerzo, y provocaría un repunte de la inflación. No obstante, en los sectores sensibles a las tasas de interés (como el de la construcción) se aprecian crecientes señales de tensión, y la actividad de préstamo ha disminuido de forma pronunciada. Igualmente importante será dar a tiempo un giro hacia la normalización monetaria, como han comenzado a hacer varios mercados emergentes en los que la inflación va claramente a la baja. No hacerlo pondría en peligro el crecimiento y se correría el riesgo de que la inflación se situase por debajo de la meta.

Mi impresión es que Estados Unidos, donde la inflación parece venir impulsada principalmente por la demanda, debe centrarse en los riesgos de la primera categoría, mientras que la zona del euro, donde la escalada de los precios de la energía ha sido preponderante, debe gestionar más el segundo riesgo. En ambos casos, seguramente no será fácil mantener la trayectoria hacia un aterrizaje suave.

El principal desafío que tenemos por delante es abordar los elevados riesgos fiscales. La mayoría de los países salieron de la pandemia y la crisis energética con niveles de deuda pública y costos de endeudamiento más altos. Reducir la deuda y el déficit público generará espacio para enfrentar shocks futuros.

 

 

 

Las medidas fiscales introducidas para compensar los altos precios de la energía y que siguen en vigor deben eliminarse enseguida, puesto que la crisis energética ya es agua pasada. Pero es necesario hacer más. El peligro es doble. El riesgo más acuciante es que los países hagan demasiado poco. Se acumularán fragilidades fiscales hasta que el riesgo de crisis fiscal obligue a introducir ajustes repentinos y desestabilizadores, con un costo elevado. El otro riesgo, que afecta ya a algunos países, es hacer demasiado antes de tiempo, con la esperanza de convencer a los mercados de que tienen disciplina fiscal. Esto podría comprometer el aumento de las perspectivas de crecimiento y haría mucho más difícil abordar los retos fiscales inminentes, como la transición climática.

¿Qué hay que hacer, pues? La respuesta es implementar una consolidación fiscal estable, con un primer plazo importante. No bastará con prometer ajustes futuros. Esta primera cuota debería combinarse con un marco fiscal mejorado y debidamente ejecutado, para que los esfuerzos de consolidación futuros sean notables y plausibles. A medida que la política monetaria vaya relajándose y se reanude el crecimiento, debería resultar más sencillo hacer más. No se debe desperdiciar esta oportunidad.

Los mercados emergentes han sido muy resilientes, con un crecimiento más fuerte de lo esperado y saldos externos estables, en parte gracias a la mejora de los marcos monetarios y fiscales. Aun así, la divergencia de políticas entre países podría incitar las salidas de capital y la volatilidad de las monedas. Es preciso, pues, reforzar las reservas, de acuerdo con el Marco Integrado de Políticas.

Más allá de la consolidación fiscal, hay que volver a centrar la atención en el crecimiento a mediano plazo. Nuestras proyecciones sitúan el crecimiento mundial en 3,2% el próximo año, un valor todavía muy inferior al promedio histórico. Es necesario acelerar el ritmo para abordar los numerosos problemas estructurales del mundo: la transición climática, el desarrollo sostenible y el aumento de los niveles de vida.

Las reformas que alivien las restricciones más limitantes para la actividad económica, como las de la gobernanza, la regulación empresarial y el sector externo, pueden fomentar un aumento de la productividad, al activar la productividad latente, según muestra nuestro estudio. Otra posibilidad para reforzar el crecimiento es limitar la fragmentación geoeconómica; por ejemplo, eliminando aquellas barreras comerciales que obstaculizan los flujos comerciales entre bloques geopolíticos opuestos, como los de tecnología de baja emisión de carbono, que tan urgentemente necesitan los países emergentes y en desarrollo.

 

 

En su lugar, deberíamos procurar mantener nuestras economías más interconectadas; solo así podremos trabajar juntos en las prioridades compartidas. La cooperación multilateral sigue siendo la vía más adecuada para abordar los problemas de alcance mundial. Los avances logrados en este sentido, como el reciente incremento de 50% de los recursos permanentes del FMI, son bienvenidos.

 

 

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